Recuerdo hace unos años que mi hija tuvo una caída absurda pero de fatales consecuencias, yo no estaba allí y cuando me llamaron corrí la más que pude para estar cerca…cuando llegamos mi hija tenía una herida abierta bastante considerable y no paraba de sangrar , pasamos y el médico nos dijo que había que coserle unos puntos y que por la zona que era no podía poner nada de anestesia.
Pufffff! con la mano cogí a mi hija y la besé mil veces y no olvido esos ojos…¡no dejes que lo hagan!, no sabéis como dolió cada punto…
Aunque fue muy duro, yo estuve allí en un momento que mi hija me necesitaba…
Cuando tenemos situaciones realmente duras, es bonito conjugar en plural.
Y no ofrecer tu mano porque te necesiten, sino porque quieres estar.
Silvio entregó una maravillosa canción, yo te ofrezco mi mano.
Comentarios
Publicar un comentario