Cuando era pequeña mis padres todos los sábados que salía un rayito de sol, montaban el belén: 7 de la mañana ya olía a tortilla de patatas, pimientos y lomo...a los 8 mi padre nos levantaba, y a las 9 ya estábamos en la carretera...a todo esto sin ninguna certeza de que nos pudiésemos bañar, cualquiera que haya vivido en el norte sabe que un día de playa es un total acto de "fe".
Siempre íbamos en caravana cuatro o cinco coches y la gran pregunta era ¿a qué playa vamos hoy?...yo adoraba islares, esa playa rodeada de cuevas en la que nos podíamos tirar horas explorando, buscando, inventando...y claro yo me evitaba el bochorno de demostrar mis habilidades naúticas...
Sólo había un pero, uno pequeñito pero cuando se elegía esta playa y es que la carretera era...de miedorrr, costeaba tan tan cerca que yo no podía ni mirar por la ventanilla de nuestro simca 1200, iba literalmente "acojonada" y me tiraba todo el trayecto de ida y de vuelta cantando para no pensar y aparcar mis miedos.
Compensaba el esfuerzo, esos sábados junto a nuestros amigos eran fantásticos y aunque volvíamos destrozados y más blancos por supuesto que un espárrago, los días de playa eran los mejores.
Jajaja... qué buenos tiempos. Aquello era de locos, pero cómo disfrutábanos esos palizones y las canciones en el coche. Yo siempre me acuerdo de los tragos de agua de mar que me pegué de pequeña y la de veces que al salir del agua me daba cuenta que me había perdido, qué angustia! Todo esto ahora sería casi impensable, pues no nos hemos hecho cómodos ni ná, "mae mía" ;)
ResponderEliminarEra bonito, si y ha sido toda una suerte poder vivir ratos así.Pero ¿tú tragos de agua? si siempre has sido un pececito.
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