"Dame la mano. Ven. Abandonemos
esta fiesta insistente
en la que hace tanto tiempo que estamos atrapados
sin saber ya muy bien que se celebra.
Busquemos el refugio
de un rincón velado por la sombra
o ganemos mejor
la intimidad de esos cuartos de arriba en los que los abrigos
aprovechan la ausencia de sus dueños
para fingir que han sido asesinados
sobre una cama ajena y misteriosa.
Nadie se dará cuenta. Sígueme.
Entremos co cuidado en esa habitación
y cerremos la puerta
acallando las risas y los suaves aplausos
que animan al pianista a interpretar
una canción radiante, de otro tiempo.
Y ahora que estamos solos
déjame que te diga que "estás preciosa"
y vamos a abrazarnos un instante,
en medio del silencio,
sintiendo en lo más hondo, más profundo,
la alegria furiosa de estar vivos."
Pablo Martinez Zarracina "los invitados"
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