las disonancias nos anuncian tensiones,
y las tensiones se resuelven con fantasticas cadencias que dejan en reposo y silencio la música. Grandes calderones que a veces no encuentran final, o bonitos da capos que evitan el mismo final.
Jugamos a improvisar en clase, pero en algún momento hay que acabar, Jesus me dice: profe ¿a mi no me salen los finales?
(disfruto en clase con este chaval)
déjame que pruebe...
una vuelta y otra... podría acabarlo, sí pero sería mi final ;) así que le contesto
déjalo así
cuando tenga que venir vendrá
mientras dejemos unos compases de espera
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