Cuando murió Karajan, director titular de la orquesta filarmónca de Berlin, los músicos debían elegir a su sustituto. Había dos candidatos: Claudio Abbado y Riccardo Mutti. Los maestros de la filarmónica eligieron finalmente a Abbado. Dio la casualidad de que aun quedaba un concierto contratado con Muti. Éste, no muy contento con la elección, se mostró distante y no dio ningún tipo de instrucción, como es habitual, antes del primer ensayo. Ese día, Muti se subió al podio, abrió la partitura y comenzó a dirigir. Ningún músico tocó. Uno de los maestros más veteranos le dijo al célebre director: “Maestro, así es como suena un director cuando no tiene orquesta”.
Ahora se lo que es tocar con la orquesta...
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