Mis días en rehabilitación están empezando a acabar y me da pena porque mi mano ya está casi perfecta pero mis amigas aún no lo están y las voy a echar mucho de menos.
Virginia tiene 86 años se cayó hace dos meses y desde entonces no sale de casa, su hija que vive fuera viene todos los sábados le hace la compra y le prepara en botes al baño maria toda la comida de la semana...ella disfruta contándome historias sobre sus hijos, sus nietos, como conocióa su marido y yo la escucha así durante 30 minutos cada día...ella ya me espera: Susana, hoy llegas tarde! venga cariño vamos a enchufarnos...es como mi abuelita y la estoy cogiendo mucho cariño, su marido la espera paciéntemente sentado en un banco en la puerta, yo le pregunto Paco, no se aburre usted, y me dice siempre con una sonrisa; que va hija, aqui pasa mucha gente.
Maribel llega a la una, lleva en silla de ruedas desde los 14 años, su madre tuvo un parto dificil y la enfermera hizo lo primero que se lo ocurrió ( en vez de llamar al ginecólogo) tiró de las piernas y le partió la columna vertebral...es una mujer de una vitalidad increible, ayer me regaló un libro y me dijo que te parece si a partir de ahora lo vamos leyendo juntas...
Hay más historias y como dice mi fisio Cristina, desde que has llegado aqui nadie habla de penas...y eso que todos las tenemos, pero allí estamos todos rehabilitándonos.
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